agosto 02, 2010

Capítulo 6

-Hace dos semanas que debería haber estado por aquí. Me dijo el que vendía los boletos del tren.

-¿Qué?

-Usted tendría que haber estado comprando este boleto hace dos semanas atrás.

-¿De qué me está hablando?

Usted sabe que sería un insulto a la literatura si le repito por tercera vez lo mismo. -Dijo el vendedor de boletos y luego continuó: -Pero me llama la atención que no entienda lo que digo… cuando una persona se retrasa y no se da cuenta de eso es porque hay un problema grave.

Iba en el tren repasando el diálogo que tuve con el vendedor.

Lo seguí repasando mientras acopaba los pies en la estación.

Caminé un par de cuadras cuando sonó el primer disparo.

¡Hija de puta! Me gritaron.

El vendedor tenía razón, fue lo primero que pensé apenas empecé a correr en dirección a mi espalda.

-Usted está completamente equivocada, -dijo el vendedor. -Las cosas se retrazaron, y la gente se confunde, mire toda esta gente que está esperando el tren... son lectores de su vida. Ahora las cosas se van a complicar más, ¿por qué se retrasó? Acaso le ofrecieron dinero por su vida, acaso estuvo muerto.

Me sentía como una mosca posada sobre las hojas de un libro ajeno.

Para entender más o menos de donde viene esto y a donde va, lea el capítulo tres

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